Historia de la casa


Villa Ani parte de una finca familiar mucho mayor, situada en la zona llamada "Terreño" y perteneciente a la familia apodada "Tarajes". Un cortijo que en la actualidad existe y que linda con la finca.

Allá por los años 30, Juan González, de los "tarajes", decide casarse con Ana Cid, de la familia de los "barqueros", oriundos de Pizarra. El padre de Juan, entrega a su hijo una parcela para que construya una casa y cultive la tierra, cosa muy común en la época, de ahí, que todas las fincas que lindan con Villa Ani son o han sido de familiares.

Al principio, la casa consta de una sola planta donde se ubica el porche delantero, un pequeño salón con dos chineros, la mitad del existente en la actualidad donde aún se conservan las vigas originales del techo, una cocina que da a los corrales y cuadras, un pajar y dos pequeñas habitaciones.

Las vacas, caballos y cabras tenían que cruzar por el interior de la casa, ya que no podían rodear la vivienda, y para no resbalarse, el suelo era de cascotes de piedras, junto a los corrales había un horno de leña.

En la actualidad, donde estaba el pajar se ha acondicionado la mitad de salón con chimenea y el baño, y la ventana de éste, era una puerta donde se introducía la paja de una era contigua.

Con el paso del tiempo, la familia decide ampliar la vivienda, para ello construyen una planta superior, tipo cámara, de techos abuhadillados y un cascarero. La planta superior se utilizaba de almacén para los productos del campo y tenía un atroje para almacenar el trigo donde ahora esta ubicado un armario.

En 1.959, la familia abandona la casa y se traslada a Málaga quedando la finca arrendada.

A finales de los años 70, Ana González, actual propietaria, hereda la finca. Es es esa época cuando se derriban los corrales, se realiza una reforma de la vivienda y se siembra la finca de árboles frutales y cítricos.

En 1.997 debido al deterioro de los tejados hay que realizar otra reforma a la vivienda, siempre conservando la estructura original de la casa, los muros de piedra y las vigas de madera del salón principal, fiel testigo de la vida en esta casa de campo.